La robótica ha llegado a la neurocirugía para quedarse y será una revolución.

Durante los últimos años hemos sido testigos privilegiados de los grandes avances tecnológicos surgidos de la mano de la informática. Pero la fase que iniciamos ahora de la mano de la robótica puede representar una revolución en la medicina. Ya en el año 2010, recordando una ponencia que hice sobre “avances en neurocirugía” en un curso celebrado en el centro tecnológico de formación del Hospital Teresa Herrera de la Coruña, se podía intuir que la robótica llegaría en poco tiempo a nuestra especialidad. En el año 2016, en el congreso Eurospine de Berlín pudimos conocer el robot ROSA. Hace pocos días, en el congreso de la sociedad europea de cirugía de columna celebrado en Helsinki pudimos usar el robot CIRQ de Brainlab. Tras realizar un TAC intraoperatorio y la reconstrucción de la columna y planificación de la trayectoria de los tornillos con el navegador, pudimos manejar el robot que nos guió perfectamente para su colocación precisa a través de pequeñas incisiones.

Sin duda la robótica ayudará a realizar nuestras cirugías en menor tiempo y de manera más eficaz y menos invasiva. El problema actual es el precio de estos equipos, pero el futuro ha llegado y la robótica será imprescindible en pocos años en nuestros quirófanos.

Cuando iniciaba mis estudios de bachillerato, y comenzaba a programar en basic con mi Spectrum, me encantaba leer a Isaac Asimov y me vienen a la memoria sus tres leyes de la robótica:

1.  Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

Actualmente es impensable que un profesional acepte una automatización completa en el campo de la cirugía. Pero ¿qué nos deparará el futuro?.